Mira directo al espiral...
Blog creador por el escritor y dibujante amateur Uzumaki. "La vida es color de rosa, y el rosa es un color despreciable"
jueves, 22 de enero de 2015
lunes, 19 de enero de 2015
FÁBULA: El pequeño y la muerte
Era una vez, en algún lugar en el espacio y en algún momento
en el tiempo, un niño al que le gustaba aventurarse. Tenía apenas trece años,
pero su osadía traspasaba la de un adulto con creces.
Cada día era un juego de vida o muerte, y a él le gustaba
esto. Subirse a colinas empinadas, nadar en aguas contaminadas, trepar por
rejas con protección. Eran el pan de cada día del niño.
−¡Yo nunca moriré! –Exclamaba el pequeño con aires de
invencibilidad− Ni que se atreva a venir la muerte, porque se asustará a mi
presencia.
Y entonces, en la cúspide de su grandeza, su corazón dio un
fuerte retumbo y paró.
Pero, justo en el momento en el que su mente se apagaba y su
cuerpo se tumbaba, apareció algo, una especie de forma asimétrica de gran
tamaño, negra como la noche y fría como el hielo. En el centro, una máscara
típica Kabuki que hacía las veces de cara, la cual, según la posición de esta,
parecía cambiar desde una sonrisa a una horrible mueca de odio.
−La muerte –Pensó el niño.
−Verdaderamente –Contestó la sombría figura, leyendo sus
ideas.
El pequeño comenzó a llorar, suplicando patéticamente por su
vida.
−¿Por qué hace esto, oh grandiosa Muerte? –Preguntaba el
niño, con miserable hipocresía− ¿Por qué he de merecer tal pena como es mi
existencia interrumpida?
La Muerte lo vio con un gesto inexpresivo, pero con aires de
compasión.
−Yo, pequeño, me he sentido insultado por vuestra merced.
Proclamando alejarse de mí, mientras que sus acciones demostraban todo lo
contrario.
El pequeño empezó a pensar.
−¿Cómo puede, además, alejarse de mí? –Prosiguió la figura−
Si yo me encuentro en todas partes, esperando a quien le llegue la hora y así
poder darle su merecido.
−No me haga esto, oh magnífico ser. ¡Se lo suplico!
−Vuestra hipocresía es abominable para mí, pero comprendo
este estado. Su miedo hacia mí es comprensible, pero no razonable. Verá pues,
pequeño niño, la muerte no es algo de qué temer, no es un castigo ni un premio.
Simplemente es. Y cierto es que no hay nada más allá que lo pueda lastimar,
pero tampoco nada que lo pueda premiar.
−¿Pero por qué ahora? Me falta mucho aún, pues joven soy.
−Para mi llegada y oficio no hay hora ni edad, verá usted.
No hay espacio ni tiempo que me detenga ni que me apresure. Pues ni
favoritismos ni odios tengo. Indiferencia es a lo que he llegado. Pero me
detengo para explicar a las mentes próximas a perecer que no hay nada más allá
que pueda representar algo. Este es el fin del camino y eso quiero que se sepa.
−¿No existiré más? –Preguntó el niño, ya más tranquilo.
−¿Importa acaso? Ya no tendrá que preocuparse por detalles.
No mientras no haya conciencia que se pueda preocupar, ni cuerpo que usar.
Y, de esta manera, el niño pereció, habiendo aprendido la
verdad sobre la muerte.
lunes, 29 de diciembre de 2014
CUENTO: Amanecer
AMANECER
Ok…
Estoy escribiendo esto porque… No sé, supongo que quiero dejar alguna especie
de registro de esta locura…
Antes
les tenía miedo, ¿saben?
Antes
tenía miedo de lo que hacen… no es nada bonito y seguro ha de doler.
Especialmente si no terminan contigo a tiempo y… te vuelves una de esas cosas.
Antes
tenía miedo de morir…
Pero
no, ya hace mucho tiempo que el miedo se fue. Pero aún quedan sus… voces,
¿saben?
Solo se
la pasan… gimiendo…
Me
vuelven loco.
Bueno,
quería dejar una especie de “sinopsis” de lo que pasó… por si acaso se lo
perdieron jajaj…
Claro,
te lo has perdido solo si has estado viviendo bajo una roca estos… cuatro…
¿cinco días?... ya no recuerdo exactamente. Es difícil seguir el tiempo cuando
corres por tu vida de unas cosas hambrientas que se ven exactamente como cada
persona que alguna vez conociste…
Si,
valla vida, ¿eh?
Bueno,
no sé cómo les estará yendo a ustedes, oh poderosos supervivientes que
encontraron este montón de papeles… Pero, espero que no les esté yendo tan mal como seguramente me fue
a mi si es que no me encuentran… Lo entenderán mejor cuando sigan leyendo.
Basta de
darle vueltas al asunto, comencemos con lo que pasó:
Yo
estaba en mi hogar cuando ocurrió todo esto. No sé cómo habrá comenzado en
algún otro lugar, pero aquí comenzó con el párroco de mi iglesia.
Mi
madre es bastante religiosa, así que fue, junto con otros feligreses, a cuidar
al padre. Yo me quedé en mi casa junto con mi hermana mayor y, como sabía que
mi madre iba a demorar, invité a mi novia a pasar la tarde en mi casa… en mi
habitación.
A mi
hermana no le importaba en lo absoluto. Es más, ella misma me compró una caja
de condones, ella me dijo: “Mi hermano no va a hacer una estupidez y dejarla
preñada… solo intenten no hacer mucho ruido, ¿sí?” Y empezamos a reírnos.
Ella
siempre ha sido muy abierta en estos temas. Podría jurar que, muy en su
interior, mi madre la detesta porque es, básicamente, todo lo que ella detesta:
es liberal, atea y muy incrédula. La verdad es que yo iba por el mismo camino.
La
admiraba mucho y, aunque nunca lo reconociera en frente de ella ni aunque me
pagaran con todo el dinero del mundo, yo la amaba.
…
Natalia,
mi novia, había llegado apenas veinte minutos después de que mi madre saliera
de la casa, y diez minutos después de que mi hermana me haya dado el
preservativo.
–Los
dejaré solos –Dijo mi hermana con una sonrisa mientras cerraba la puerta.
Y…
bueno, ¿qué podría decirles? Hablamos mucho, nos besamos, yo comencé a
acariciar suavemente cada parte de su cuerpo y… bueno, pasó lo que tenía que
pasar.
Fue
algo increíble. Yo besaba cada parte de su piel, y ella lanzaba un pequeño
gemido reaccionando a cada una de mis acciones. Dios, su cuerpo se veía
simplemente excelente. Me enfoqué en sus senos al principio, esa era mi parte
favorita de ella. Ya los había acariciado antes, pero nunca mientras ella
estaba sobre mí, desnuda. Luego seguí con el resto del cuerpo y… bueno, creo
que me emocioné un poco al recordarlo, esta no es la parte importante.
Ambos
perdimos la virginidad ese día.
…
Después
de haberlo hecho, nos quedamos recostados durante un tiempo. Conversábamos, nos
besábamos. Era todo perfecto…
Hasta
que escuchamos lo que, al principio, parecía un estrepitoso trueno, pero que
resultó ser simplemente la puerta metálica de mi casa a punto de ser tumbada
por los golpes y alaridos de mi madre.
−¡Ayuda!
¡Auxilio! ¡Hijos! –Gritó mi madre con desbordante
desesperación.
Escuché la puerta de la habitación de mi hermana abriéndose
estrepitosamente y sabía que tenía que sacar a Natalia de ahí antes de que mi
madre la viera. Pero claro, también estaba alarmado por la súbita llegada de mi
madre y sus gritos de horror.
−Naty,
amor, escúchame –Le dije, casi susurrando−, vístete rápido y no salgas de la
habitación hasta que yo te lo diga, ¿ok?
−Ok ok,
pero me tienes que decir qué le está pasando a tu mamá –Respondió ella mientras
se ponía la ropa interior.
A ella le
agrada mucho mi madre, y a mi madre le agrada de igual manera Natalia. Aunque
esto no siempre ha sido así. Al principio ellas dos se odiaban a muerte. Era el
típico caso de la nuera y la suegra peleando por el hijo.
Pero
eso cambió el día en que, gracias a Natalia, resulté vivo de un accidente. La
verdad es que no recuerdo muy bien cómo fue (y, de hecho, les pedí a todos que
no me lo recordaran tampoco) Sólo recuerdo que fue en un bus, creo que se
volcó, y ella me agarró en el brazo en el momento justo para no quedar
triturado entre las paredes del bus.
Ella
estuvo todos los días conmigo en el hospital. Desde ese momento, mi madre le
dio el visto bueno.
Como
sea… debo dejar de divagar.
Vestido
ya, corrí hasta la sala, donde mi madre, una amiga suya y mi hermana estaban
conversando de una manera que en realidad me preocupó.
−¿Qué
ocurrió, ma? –Le pregunté a mi madre, mientras Naomi, mi hermana, vendaba el
brazo de la amiga de mi madre.
−Ay
Dios, hijo –Contestó hiperventilándose−, fue horrible. Estábamos atendiendo al
Padre y este… murió… o al menos parecía muerto y luego se levantó y empezó a
atacarnos. Mordió a Lucrecia y el resto salimos corriendo de ahí… excepto Susana… creo que ella se quedó…
oh por Dios, no entiendo nada.
Mi madre se echó a llorar.
Estaba asustado, especialmente porque me negaba a pensar lo peor. Digo,
a he visto películas, “El amanecer de los muertos”, “Shaun of the dead”
«Zombis» Fue lo primero que pensé.
Temía especialmente porque había alguien mordido en mi casa… y había un
gran riesgo de infección cerca de la iglesia.
Pero luego descarté la idea. «¿Cómo demonios van a ser zombis? Esto no
es un guion de George Romero. A la mierda.»
Noté que
Natalia nos miraba desde el cuarto. Miré a mi madre, su amiga y mi hermana.
Ninguna estaba en condiciones de poner atención a nada. Así que hice un ademán
a Natalia para que corriera despacio hasta la puerta de salida y, justo cuando
había llegado la abrí, fingiendo una bienvenida para ella.
«Valla
convenientemente momento para venir» Hubiera dicho mi madre. Pero estaba
completamente distraída como para notar siquiera su presencia.
Bueno. En
fin. Calmamos a mi madre y a su a miga y despedimos a la segunda.
Yo tuve que
despedir a Natalia. Ella se veía preocupada, creo que también pensaba en lo
mismo que yo.
«Zombis»
Esa palabra
se repetía en mi cabeza.
…
Esa noche,
Naomi y yo conversamos de cómo fue lo mío con Natalia. Yo le contaba con
emoción todo lo que había pasado (sin darle tantos detalles) mientras ella
ponía atención a toda palabra que articulaba.
Hasta que
mencioné lo de mi madre…
−No has de
pensar que se trata de… ya sabes –Me dijo ella, con tono vacilante. Yo me quedé
callado.
Pensamos lo
mismo.
«O estamos en
lo cierto o ambos nos volvimos locos» Pensé.
No sé cómo
hice para cambiar el tema, pero lo hice. Dormimos juntos esa noche. A pesar de
ser muy unidos, hace tiempo que no lo hacíamos. Me sentí como un niño otra vez.
…
Nos
levantamos a las cuatro de la mañana, con los gritos de mi madre.
Salimos de la
habitación entre el sueño y la desesperación, tratando de entender qué pasaba.
Encontramos a mi madre luchando con un vecino. Pero éste último no parecía él. Era
como si toda su piel haya perdido todo pigmento, salvo por aquellas partes
donde la sangre se había esparcido.
Cuando vi el
rostro de ese hombre… esos ojos muertos… vi también la confirmación de mis
temores y el comienzo de mi pesadilla.
Mi hermana se
apresuró y tomó a aquella señora por la espalda. Ella sabía con lo que se
metía, pero no podía hacer nada más. La terminó derribando, mientras la mujer
trataba de morderla.
Yo ayudé a mi
mamá a levantarse y noté algo que me perturbó por un momento y me llevó a una
tristeza tan grande como para hacer que casi llorara:
La habían
mordido en el brazo.
Mi madre me
empezó a contar de cómo ella oyó que tocaban la puerta y que, cuando la abrió,
vio desplomada a la señora Carmela (una vecina) y, atrás de ella, el hombre que
la había atacado.
Efectivamente,
vi el cuerpo de la señora Carmela tendido en el piso, con lo que parecía una
mordida justo en su yugular.
«Naomi»
Recordé en ese momento. Dejé a mi hermana sola luchando contra ese monstruo.
Regresé a ver y, para mi sorpresa y felicidad, ella se encontraba bien. Le
había clavado al hombre un pedazo de florero justo en el centro de su cabeza.
No volvería de esa.
Pero, de
pronto, otro pensamiento vino a mi cabeza, uno que hizo que mi rostro se palideciese
más que la del hombre que Naomi había matado… o re-matado.
«Natalia»
Corrí hasta
mi habitación y agarré mi teléfono. Casi descargado. Apenas la suficiente
batería como para un llamado rápido. Justo lo que necesitaba.
Intenté como
cuatro o cinco veces. Nada.
−¡MALDITA
SEA! –Grité. Fue con tanta fuerza que sentí mi garganta ardiendo por un
momento.
−¡¿Qué
ocurre?! –Gritó Naomi. Preocupada de que me hubiera pasado algo.
−No me puedo
comunicar con Natalia −Respondí−. Hermana, esto está mal…
−Yo sé, tranquilo.
Ella estará bien… solo es cuestión de tiempo para que esto se solucione y
puedas verla.
−Supongo que
tienes razón…
En mi
interior sabía que no la tenía…
…
Mi madre se
puso cada vez peor. Vomitaba y casi no respondía a estímulos. Su piel estaba cada
vez más pálida y se formaban coágulos de sangre en los lugares donde se
apoyaba… como si su sangre no circulara.
A las cinco
de la mañana, mi madre ya estaba muerta…
Las personas
fuera de la casa estaban corriendo y gritando por todos lados.
Sabía lo que
se venía y Naomi también. Ambos encerramos a mamá en su habitación y comenzamos
a llorar.
Recordaba por
momentos a Natalia y recobraba mi compostura con un poco de esfuerzo. «Tengo
que mantener a Naomi a salvo» Me dije, y para hacer eso tengo que mantenerme
fuerte…
Esa fuerza
acabó con el primer golpe en la puerta de la habitación. Mamá había despertado.
Naomi empezó
a llorar de nuevo, esta vez con más fuerza y agarrándose la cabeza en un
intento de despertar de esta pesadilla.
−Yo lo haré
–Le dije−, tú mantente alerta por si acaso… por si acaso pasa algo, ¿bien?
−Ten… ten
cuidado, por favor –Me dijo entre lágrimas. Por poco me quiebro, pero me
mantuve sereno y la abracé.
Agarré la
pala que mi madre había puesto la noche anterior en la cocina y fui a su
habitación. Mi hermana sostenía un bate con la mano izquierda mientras que, con
la otra, sostenía el pomo de la puerta.
−Cuando diga
“ahora”, ¿ok? –Le dije mientras sostenía la pala con ambas manos, en una
posición de ataque. Naomi asintió.
Aquellos segundos
que esperé se me hicieron eternos. Pensé por un momento en Natalia y casi
flaqueo… pero me mantuve y lo dije:
−¡Ahora!
Naomi giró el
tomo y la vi. Vi a mi madre de una manera que jamás se debería ver a una: Como
un monstruo.
…
No recuerdo
muy bien que pasó después, pero sé que le asesté un buen golpe en la cabeza.
Yo me
encontraba sentado en uno de los sillones de mi casa, mientras mi hermana
estaba en posición fetal en una de los rincones de la sala.
−Naomi…
tenemos que… tenemos que buscarla… tenemos que…
−Ahora no –Su
mirada había cambiado. No quería saber nada ahora. Quería asimilar lo que
estaba pasando y yo la entendía.
…
Vimos cómo el
Sol salía y la gente seguía gritando. La puerta era golpeada fuertemente y
sabíamos que se trataba de la señora Carmela.
Noté que la
televisión seguía funcionando. Eran las noticias, hablaban de la epidemia y lo
llamaron “Amanecer sangriento” ¿Por qué lo llamaron así? Tengo una teoría.
Supongo que uno de esos políticos gordos y felices de serlo estaba contemplando
todo y, cuando preguntaron cómo llamarle al evento éste respondió: “Amanecer
Sangriento… ya saben, por la película El amanecer de los muertos… ¿Zombis?
¿Alguien?” El pobre bastardo lo debió decir en broma y el resto pensó que era
buena idea.
Intenté llamar
a Natalia otra vez y no funcionó. Esta vez no pude evitar quebrarme. Lloré como
un niño y me dejé caer en mi cama. Llegó después mi hermana para darme un
tierno y caluroso abraso. Valla que lo necesitaba… ambos lo necesitábamos.
Nos quedamos
recostados por un largo rato.
−Sabes que no
podemos quedarnos aquí –Le susurré en su oído−, es peligroso.
−Lo entiendo…
es mejor que nos vallamos ahora.
Que me
maldigan por esa decisión…
No pienso
contarles muchos detalles, ¿ok? Eso pasó hace poco y… maldición, aún siento el
dolor…
Íbamos de la
mano. Como dándonos fuerza entre nosotros. Nuestra principal parada era la casa
de Natalia… Era como si esas cosas nos estuvieran esperando. Como si supieran
desde un principio que íbamos a salir.
O pasaron ni
dos minutos desde que salimos y nos vieron. Comenzamos a correr y a darle en la
cabeza a cada uno de ellos. Eran lentos pero simplemente había demasiados. No
pudimos con todos… uno de ellos mordió en el hombro a Naomi.
…
Me tomé un
tiempo mientras escribía esto porque comencé a llorar. Recordar sus ojos y
notar que ya no la tendría conmigo. Ella lo sabía así que dijo lo único que no
quería escuchar en ese momento:
−Tu sigue, yo
no podré seguir…
Esas palabras
fueron como un puñal al corazón.
−No –Le decía
entre lágrimas−. No pienso dejarte aquí, a ti no.
Hubiera
preferido que ella me dijera «Quédate a morir conmigo» Eso no hubiera sido tan
doloroso.
−Ve por ella
–Me dijo mientras se alejaba de mí con una sonrisa y se dirigía hacia esas
bestias. No pude mirar cómo era devorada. Ella no gritó para que la tarea se
hiciera más sencilla.
No lo fue…
…
No pude
cruzar la calle para llegar a casa de Natalia y mi mundo se derrumbó.
Aquellos
zombis habían tapado la única entrada que existía para llegar a esta. Natalia
vivía en una casa de playa… o vive en una casa de playa. No lo sé, realmente,
no la he visto hasta ahora, pero tampoco tengo muchas esperanzas.
Encontré esta
casa abandonada y me puse a llorar. Ya no podía más… mi madre, Naomi y ahora
Natalia… ya no.
Ahora estoy
escribiendo esto mientras todavía estoy vivo (y cuerdo) con el anhelo de que
alguien lo pueda encontrar.
No creo que
le sirva de mucho… pero por lo menos sabrán de alguien que también lo intentó,
¿verdad?
Decidí
sobrevivir… al menos hasta donde pueda. Mis tres mujeres preferidas en todo
este mundo hubieran querido que yo sobreviviera lo más que pueda.
domingo, 28 de diciembre de 2014
sábado, 27 de diciembre de 2014
Se me chispoteó...
Siento mucho no haber podido subir la historia que tenía planeada para Navidad.
Tuve que viajar de imprevisto y no estuve en mi casa sino hasta hoy.
Pero las historias, a partir de ahora, seguirán como de costumbre.
Tuve que viajar de imprevisto y no estuve en mi casa sino hasta hoy.
Pero las historias, a partir de ahora, seguirán como de costumbre.
martes, 23 de diciembre de 2014
¿Y la historia de ayer?
La pondré simple, estimados amantes del horror...
Ayer estaba muy ocupado porque tengo una vida fuera del blog (aunque no parezca XD) Pues verán, yo trabajo vendiendo dibujos por encargo y uno simplemente me complicó la tarde, así que no pude hacer nada.
Así que preferí simplemente dejar la publicación para esta navidad, ya que irá con ilustración y todo.
... hasta navidad :D
Ayer estaba muy ocupado porque tengo una vida fuera del blog (aunque no parezca XD) Pues verán, yo trabajo vendiendo dibujos por encargo y uno simplemente me complicó la tarde, así que no pude hacer nada.
Así que preferí simplemente dejar la publicación para esta navidad, ya que irá con ilustración y todo.
... hasta navidad :D
sábado, 20 de diciembre de 2014
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